EUROPA
PRESS
10 marzo
2017
La demanda de técnicas de rejuvenecimiento facial no quirúrgicas
se incrementó un 10 por ciento en el pasado año, y representan ya el 60 por
ciento de los tratamientos estéticos faciales que se practican en España,
frente al 40 por ciento de los que conllevan una cirugía, siendo la inyecciones
de toxina botulínica y de ácido hialurónico las que más demanda tienen
(60-65%).
Estos
datos, que se han dado a conocer este viernes en el Congreso de Residentes que,
sobre este tipo de tratamientos, está celebrando en Barcelona la Sociedad
Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), un aumento de la
población por mejorar y rejuvenecer su aspecto pero sin pasar por un quirófano.
"Los
pacientes que recurren al rejuvenecimiento facial no quirúrgico son, sobre
todo, personas acostumbradas a cuidar su imagen desde muy jóvenes", afirma
la doctora Eva Guisantes, miembro de SECPRE, quien apunta que los mayores de 60
años no disponían hace apenas una o dos décadas de estas técnicas y tenían que
recurrir directamente al lifting facial.
Son las
mujeres quienes, a día de hoy, demandan de forma mayoritaria este tipo de
tratamientos, aunque cada vez más hombres se animan a probarlos. "Quienes
solicitan ahora tratamientos mínimamente invasivos con 30 o 40 años de edad lo
que hacen es dilatar en el tiempo una posible cirugía que los
complemente", aunque lo cierto es que el rango de edades es tan amplio que
abarca desde jóvenes a partir de los 30 años hasta pacientes que superan los
80.
"El
motivo de su auge radica en su carácter mínimamente invasivo, lo que, a su vez,
conlleva que sean técnicas asequibles económicamente y rápidas desde el punto
de vista clínico", señala doctora, quien insiste en que "no estamos
hablando de técnicas excluyentes, sino complementarias, pues, en muchos casos,
se realiza el proceso contrario, recurriendo, tras pasar por el quirófano, a
tratamientos no quirúrgicos para reforzar y mejorar los resultados de un
lifting".
Ocurre,
además, que estos tratamientos mínimamente invasivos pueden aplicarse también
con finalidad preventiva, ya que permiten actuar sobre zonas menos susceptibles
de tratarse con el lifting, como las arrugas de expresión, las denominadas
"patas de gallo" y las arrugas en el entrecejo o la frente.
Técnicas y tratamientos
En
general, en los últimos años, la práctica clínica en rejuvenecimiento facial ha
evolucionado desde las teorías gravitacionales -centradas en corregir los tejidos
que se descuelgan con el paso del tiempo- a las volumétricas, encaminadas a
restaurar el volumen perdido.
En las
gravitacionales se recurría más al lifting para estirar y tensar la piel,
mientras que ahora se tiende a combinar estiramiento y tensión con la
restauración del volumen allá donde se ha perdido, sobre todo en mejillas y
pómulos, para lo que se emplean, sobre todo, los rellenos de ácido hialurónico.
Guisantes
recuerda que el ácido hialurónico es una molécula con una altísima capacidad de
hidratar, además de hacer de soporte de la matriz extracelular, esto es, el
líquido que hay entre las células del cuerpo. "Por ello, funciona muy bien
como restaurador de volumen y es muy útil para rellenar arrugas como los nasogenianos, que salen en los laterales de la nariz",
añade.
Mientras
que toxina botulínica relaja los músculos donde haya arrugas que dependan de la
contracción de los mismos, "lo que llamamos arrugas dinámicas o arrugas de
expresión, que normalmente son las que se encuentran en la frente o cuando
fruncimos el entrecejo. De hecho, esta técnica sólo está aprobada para uso
estético en el tercio superior de la cara, concretamente en la zona glabelar (entrecejo)", explica.